Reconozco, que generalmente soy contrario a la perpetuidad e inviolabilidad de las tradiciones, pues siento que son una traba para el avance de la vida en ciertos aspectos; soy más bien asiduo a las revoluciones (asociando a estas generalmente con la antipopularidad de las propuestas); por ejemplo, hacer una cambio revolucionario en educación, incluye dejar disconforme a toda esa gente acostumbrada al sistema, y que no está dispuesta adaptarse por medio de capacitaciones o esas cosas, a eso hay que sumarle la disconformidad que generaría a aquellas personas, que ven la educación como una forma de ganar dinero; es por eso que proponer un cambio a algo que ya se asume como tradición o costumbre, no reúne simpatías para lograrlo, independiente de los beneficios que este cambio pueda traer eventualmente.
¿Qué pasaría si los rectores de las Universidades asumieran el cuento del mechoneo y lo prohibieran? Lo más probable es que los alumnos protestarían, pues ahora al parecer es un derecho protestar por todo; también es probable que acusarían a quien impone la norma, como una persona retrógrada, poco visionaria, y una serie de epítetos que dejarían a ese gestor, como un impopular, al que no hay que dirigirle el saludo, y precursor de todas las desgracias, independiente de quién sea el responsable; también es probable que aparezca una asociación u ONG en defensa del legítimo derecho de mechonear, ya que hoy en día, existen asociaciones y agrupaciones que defienden todo, es cosa de buscar no más.
Recuerdo que mis mayores temores al entrar a la universidad era el mechoneo, ya que en las noticias, lo único que muestran es el extremo negativo, cuestión que va quedando en el inconsciente colectivo año tras año, y hacen de esa particular bienvenida, una tortura previa para quienes se disponen a entrar por primera vez a la Universidad. Además, los comentarios de quienes se creen conocedores de la materia, es que si no te dejas mechonear o “te vas en mala” con tus victimarios, te aíslan, y la vida universitaria se transforma prácticamente en un infierno, por lo que pones en la balanza y asumes que el verdadero pasaporte a la Universidad, más que la PSU, o los puntajes, es dejarse mechonear de la manera más sumisa posible.
Es verdad, el mechoneo tiene varios objetivos, uno de ellos es “vengarse” de lo vivido el año anterior, y sufrir esa transformación de victima a victimario, que no deja de ser agradable cuando no quedan más opciones, otro objetivo es pasarlo bien durante el mechoneo; sin embargo, el gran objetivo es juntar plata para hacer la fiesta de bienvenida, en que el alcohol hace de mediador entre víctimas y victimarios, para iniciar lo que será una relación durante lo que dure la carrera y por qué no, durante la vida.
La tendencia indica que el día elegido para el mechoneo es desde el segundo en adelante, pues los primeros días se usan para recolectar plata por medio de peajes que se cobran para salir sin daños y también para amedrentar, es así que el miércoles por general, es el día en que se realiza el acto en sí, que luego de un éxtasis disfrutado por los victimarios mientras rompen ropa, ensucian y hediondan a los novatos, sigue con una humillación que por lo general consiste en un punta y codo por un plástico lleno de lo que se imaginen ( orina, tomates podridos, cabezas de pescado, vinagres, bostas, etc), para finalmente coronarlo con un beso a un animal muerto. Luego de eso, la orden es ir a pedir plata, exponiéndose a la lástima que se inspira en un estado deplorable; pues actualmente ser mechoneado, es lo más cercano a ser humillado.
También hay que reconocer que hay gente que si le gusta ser mechoneado; algunos dicen que si no eres mechoneado es prácticamente no haber ido a la U, otros dicen que es algo para tener que contar, y otros argumentan que es prácticamente un pasaporte, para poder hacer lo mismo el año que viene; sea como sea, yo soy de los que prefiere no ser mechoneado.
A mi modo de ver, el mechoneo debe ser como ya se está haciendo en otros planteles universitarios más evolucionados (ya que se atrevieron a romper la tradición del mechoneo clásico), en que se hacen actividades recreativas, ya sean concursos, alianzas, fiestas, etcétera y la humillación la pasan por alto, o en otros planteles en que simplemente está prohibido, gústele a quién le guste. Ahora bien, otra posibilidad es que como actividad d bienvenida, se hagan acciones que beneficien a la comunidad, ya sean actividades con gente de escasos recursos o cualquier beneficencia.
Finalmente, y con todo lo retrógrado o revolucionario que se pueda ser, se puede llegar a un consenso, para tratar de dejar a todos contentos, de esta manera, que la participación en el mechoneo sea voluntario, no es tan descabellada, pues de esa forma, participan aquellos que sienten que el mechoneo es algo irrenunciable, y dejan de hacerlo quienes se sentirán humillados. Es verdad, que asumirá un cambio revolucionario, es difícil, ya que las revoluciones necesitan de líderes (mártires), condición que nadie estará dispuesto a asumir voluntariamente, en este caso, los mártires serían aquellos que fueron mechoneados y que no podrán mechonear.
¿Qué pasaría si los rectores de las Universidades asumieran el cuento del mechoneo y lo prohibieran? Lo más probable es que los alumnos protestarían, pues ahora al parecer es un derecho protestar por todo; también es probable que acusarían a quien impone la norma, como una persona retrógrada, poco visionaria, y una serie de epítetos que dejarían a ese gestor, como un impopular, al que no hay que dirigirle el saludo, y precursor de todas las desgracias, independiente de quién sea el responsable; también es probable que aparezca una asociación u ONG en defensa del legítimo derecho de mechonear, ya que hoy en día, existen asociaciones y agrupaciones que defienden todo, es cosa de buscar no más.
Recuerdo que mis mayores temores al entrar a la universidad era el mechoneo, ya que en las noticias, lo único que muestran es el extremo negativo, cuestión que va quedando en el inconsciente colectivo año tras año, y hacen de esa particular bienvenida, una tortura previa para quienes se disponen a entrar por primera vez a la Universidad. Además, los comentarios de quienes se creen conocedores de la materia, es que si no te dejas mechonear o “te vas en mala” con tus victimarios, te aíslan, y la vida universitaria se transforma prácticamente en un infierno, por lo que pones en la balanza y asumes que el verdadero pasaporte a la Universidad, más que la PSU, o los puntajes, es dejarse mechonear de la manera más sumisa posible.
Es verdad, el mechoneo tiene varios objetivos, uno de ellos es “vengarse” de lo vivido el año anterior, y sufrir esa transformación de victima a victimario, que no deja de ser agradable cuando no quedan más opciones, otro objetivo es pasarlo bien durante el mechoneo; sin embargo, el gran objetivo es juntar plata para hacer la fiesta de bienvenida, en que el alcohol hace de mediador entre víctimas y victimarios, para iniciar lo que será una relación durante lo que dure la carrera y por qué no, durante la vida.
La tendencia indica que el día elegido para el mechoneo es desde el segundo en adelante, pues los primeros días se usan para recolectar plata por medio de peajes que se cobran para salir sin daños y también para amedrentar, es así que el miércoles por general, es el día en que se realiza el acto en sí, que luego de un éxtasis disfrutado por los victimarios mientras rompen ropa, ensucian y hediondan a los novatos, sigue con una humillación que por lo general consiste en un punta y codo por un plástico lleno de lo que se imaginen ( orina, tomates podridos, cabezas de pescado, vinagres, bostas, etc), para finalmente coronarlo con un beso a un animal muerto. Luego de eso, la orden es ir a pedir plata, exponiéndose a la lástima que se inspira en un estado deplorable; pues actualmente ser mechoneado, es lo más cercano a ser humillado.
También hay que reconocer que hay gente que si le gusta ser mechoneado; algunos dicen que si no eres mechoneado es prácticamente no haber ido a la U, otros dicen que es algo para tener que contar, y otros argumentan que es prácticamente un pasaporte, para poder hacer lo mismo el año que viene; sea como sea, yo soy de los que prefiere no ser mechoneado.
A mi modo de ver, el mechoneo debe ser como ya se está haciendo en otros planteles universitarios más evolucionados (ya que se atrevieron a romper la tradición del mechoneo clásico), en que se hacen actividades recreativas, ya sean concursos, alianzas, fiestas, etcétera y la humillación la pasan por alto, o en otros planteles en que simplemente está prohibido, gústele a quién le guste. Ahora bien, otra posibilidad es que como actividad d bienvenida, se hagan acciones que beneficien a la comunidad, ya sean actividades con gente de escasos recursos o cualquier beneficencia.
Finalmente, y con todo lo retrógrado o revolucionario que se pueda ser, se puede llegar a un consenso, para tratar de dejar a todos contentos, de esta manera, que la participación en el mechoneo sea voluntario, no es tan descabellada, pues de esa forma, participan aquellos que sienten que el mechoneo es algo irrenunciable, y dejan de hacerlo quienes se sentirán humillados. Es verdad, que asumirá un cambio revolucionario, es difícil, ya que las revoluciones necesitan de líderes (mártires), condición que nadie estará dispuesto a asumir voluntariamente, en este caso, los mártires serían aquellos que fueron mechoneados y que no podrán mechonear.