Hablar de la huelga de hambre, cuando está el tema de los mapuches tan en boga, es difícil; en general las opiniones son polarizadas y es difícil encontrar puntos de encuentros. Sin embargo, no hay que hacerle el quite a los temas “candentes”.
Considero loable una huelga de hambre como método de manifestación y de protesta, pues es algo que no atenta directamente contra terceras personas (a excepción de familiares en algunos casos), ya que la decisión es personal y las consecuencias las paga el propio huelguista. Lo que no comparto es que se haga responsable a terceros de esas consecuencias; porque para ser claros, eso corresponde lisa y llanamente a un chantaje, un chantaje que considera “me dan lo que pido o me suicido”, es como negociar con la pistola sobre la mesa.
¿Es válido considerar una huelga de hambre como símil de suicidio?, considerando que en ella se llevan a cabo cada uno de los actos con consecuencia de muerte, sólo que en este caso, el suicidio sería más gradual, con una mayor agonía. En muchos casos, si no existe la muerte, se puede traspasar el límite en que los daños ya sean irreversibles.
Las razones y motivos pueden ser distintos, no quiero ahondar en eso, solo en lo concreto, en la huelga de hambre, ¿es suficiente tener un motivo noble para que la huelga de hambre sea justificada? Por ejemplo, si yo hago una huelga de hambre por la matanza de animales o por los derechos de los antepasados o por todo lo que pueda ser un gesto noble, ¿es justificada? Si yo hago una huelga de hambre porque injustificadamente me cobraron más en la cuenta de la luz, ¿deja de ser justificada? La invitación es a analizarlo desde lo simple (como en este caso) a lo complejo.
Políticamente, es difícil tomar una decisión, y lo es porque lo que se haga se va a criticar; se le critica porque cedió y da una imagen de debilidad y por tanto todos quienes pidan algo lo harán por medio de huelgas de hambre, ya que así se consiguen las cosas. O se le critica porque ha sido muy duro, no hizo ningún esfuerzo y los dejó morir. Pero ahí, hay un punto que puede marcar la diferencia, “los dejó”; nadie los ha matado, la decisión de hacer una huelga de hambre es personal y para la que se necesita determinación.
Así como los motivos pueden ser válidos o no para hacer una huelga, ¿existen motivos que sean válidos para “forzar” a un huelguista a que se alimente? Si se muere (y no se obliga a que se alimente), se dice que no se hizo nada; si no se le obliga a que se alimente, se dice que se atentó contra la libertad de expresión. Es verdad sigue estando el problema de fondo sin resolver, pero lo concreto y lo inmediato, la vida humana, está en riesgo. Resolverlo es complejo.
Para resumir, independiente de las razones, motivaciones, nobleza y todo lo involucrado para tomar la decisión de llevarla a cabo, se debe reconocer que a un huelguista de hambre, si muere (esperando que eso no suceda y que prime la sensatez para resolver los conflictos), no los mata nadie: son ellos mismos quienes se matan.