Con esto del rescate de los mineros, gran parte del país se conmocionó; sufrió, lloró, se alegró (lo vivió) y digo gran parte porque me llamó la atención escuchar varios comentarios (de los que pude imaginar) que no querían saber nada de los mineros, que le ponían mucho color y todo ese tipo de cosas.
Por cierto en el rescate, participaron muchas personas, en un primer momento, en las máquinas de sondaje, luego en las perforadoras, los que construyeron las cápsulas, los carabineros, los que organizaban el campamento, los rescatistas y un largo etcétera, pero como es habitual y hasta cierto punto lógico, las caras visibles son los “poderosos”.
Por lo general uno tiene la sensación y la percepción que las autoridades o los “jefes” son distantes, fríos, calculadores, pendientes de sacar provecho de las situaciones y preocupados principalmente de sus propios beneficios, ya sean personales, políticos, económicos o una mezcla de todos; sin embargo, luego de la tragedia de los mineros, ha quedado claro que no todos son así. Pero acá también quiero hacer una pausa, los tres que menciono, no son políticos típicos, no son de raza como diría Onofre Jarpa, por lo tanto ya tienen diferencias.
Golborne, ministro de Minería, un ministerio que no es muy popular y por ende habitualmente pasa desapercibido, salvo excepciones como el royalty. Él, por su parte, por la gran masa tampoco era conocido, ser (haber sido) gerente general de Cencosud no lo hace popular; por lo único que pudo ser mínimamente conocido, es por haberse reído en una conferencia de prensa de la concertación, donde diplomáticamente lo subieron y lo dejaron caer, ridiculizándolo como a un alumno frente a sus compañeros (justo o no, otros lo juzgaran), también se pudo haber hecho conocido por pedir vacaciones (permiso sin goce de sueldo) para ir una semana al Mundial. La fama, le llegó prácticamente de rebote y como consecuencia de una tragedia, se hizo cargo políticamente del problema, se ganó la confianza de los familiares de los mineros y por ende el cariño de la gente en general.
Sougarret, ninguna posibilidad de ser conocido por la gran masa, pues el puesto de Gerente de Minas de CODELCO, no lo hace en lo absoluto popular, salvo que haya cometido algún desfalco o algo por el estilo. Fue el que se hizo cargo de la parte operativa (ejecución) del rescate, sin duda, ahora volverá su vida a la normalidad rápidamente, pero siempre quedará en la memoria que fue el jefe de los “rescatistas”.
Barra, tampoco era conocido, si bien podía aparecer en los diarios por ser asesor del ministerio del Interior, no gozaba de ningún tipo de popularidad; quizá ahora tampoco lo haga en la gran masa, al igual que Sougarret, sus trabajos en el rescate no eran mediáticos, pero en las familias y especialmente en los mineros, evidentemente siempre los recordaran.
Podría hablar de todas aquellas personas que “son de verdad”, quizá orientándolo a los rescatistas, que con valentía bajaron (desafiando la muerte) para ejecutar el rescate, o de todos los que colaboraron de una u otra manera en la superficie, pero el homenaje y el reconocimiento (como mencioné al principio), se canaliza a través de los “grandes”.
¿Por qué digo que estas tres personas son de verdad? Porque claramente se apreció que se involucraron más allá que porque sea su trabajo con el rescate, se involucraron como personas, mojaron la camiseta por gente que ni conocían. Ellos, fueron la cara visible de las personas que estuvieron para la salida de cada uno de los 33 mineros, más de 40 horas sin dormir, por cada minero que salía, la sensación de estar cumpliendo una misión se reflejaba en sus caras. Si no lloraron a destajo, al menos sus ojos se llenaron de lágrimas, demostrando las emociones contenidas durante tanto tiempo, crearon ciertos lazos, lo que se manifestó en el afecto que recibieron por parte de cada minero que llegaba a la superficie.
Eso es lo que falta en Chile, más gente así, que se mojen la camiseta, que se la jueguen a concho, que manifiesten las emociones, pero que principalmente, hagan las cosas bien.